¡Cuánto ayuda a los pequeños el hecho de que los mayores -en este caso los profesores- valoren positivamente sus acciones! Este reconocimiento fortalece la educación emocional en el aula -en el caso del colegio- del niño. Está demostrado que cuando mandas esa información al cerebro esto genera un gran bienestar personal.

Tener en cuenta esto es importante y el colegio es un lugar donde ensayar estos comportamientos que favorecen la educación emocional en el aula. Los profesores saben que, proponer pequeños objetivos en positivo a los alumnos, les ayuda a que puedan gestionar sus emociones y logren alcanzar aquello que quieran mejorar. Por eso, el trabajo del docente consiste también en ayudar al alumno a adquirir conciencia emocional regulando, equilibrando y valorando lo positivo, sus logros.

En este sentido, para aprender a gestionar las emociones, las profesoras de Infantil de Tajamar y Los Tilos organizaron un networking titulado “Cómo crear aulas emocionalmente inteligentes”. Se celebró el 24 de noviembre y en el mismo participó Elena Fernández, Doctora en Psicología y Coach especializada en Inteligencia Emocional. También asistieron docentes de 20 escuelas infantiles.

¿Qué es importante en la educación emocional?

Según relata Miriam Martínez, profesora de Infantil Tajamar, “durante la sesión hemos descubierto el gran peso que tiene el lenguaje, según el uso que le demos. Por eso, saber manejarlo con nuestros alumnos es fundamental para ofrecerles herramientas que puedan utilizar en el día a día, con sus iguales y en la familia”. Miriam está desarrollando en Tajamar un proyecto de educación a través de las emociones.

La emoción es algo innato y universal. Queramos o no nos vamos a emocionar, y tener en cuenta su emoción, validando su sentimiento, ayudará a que su rendimiento sea mejor y más positivo.

Tener en cuenta las emociones del niño ayuda a que su rendimiento sea mejor y más positivo.

Hay 6 emociones básicas: alegría, tristeza, enfado, sorpresa, asco y miedo que tenemos todos desde pequeños. “La tarea del docente es crear un aula emocionalmente inteligente y ayudar a los pequeños a aprender a conocerlas, sentirlas, darles nombre e identificarlas con hechos personales”.

Uno de los modos que tienen las profesoras de infantil de trabajar las emociones en el aula es a través del semáforo: parar, pensar y actuar, es una buena forma de empezar a tener una buena gestión emocional.

Señala Miriam que “es muy importante hacer uso de la observación en el aula; de ese modo, adquieres información muy valiosa de los alumnos, ya que con el cuerpo y expresiones de la cara también se están comunicando. Hay que ser muy consciente de las palabras que emito y tener en cuenta la emoción del otro”.

Memoria y emoción

El centro donde se genera la emoción es la amígdala y está en el sistema límbico. Este es un sistema de vigilancia y, en cuanto se activa, hace que sientas algo en milisegundos, desencadenando una reacción. Vecino de esta área del cerebro se encuentra el hipocampo, que es el de la memoria.

La memoria y la emoción están muy cerca en el cerebro. Por eso, todo aquello que te haya causado un impacto emocional se quedará registrado en la memoria. De ahí la importancia de que las aulas sean Emocionalmente Inteligentes, ya que si los niños que están en el aula consolidan aprendizajes emocionales se van a acordar de estos toda la vida.

Memoria y emoción están muy cerca en el cerebro. Todo aquello que haya causado un impacto emocional se quedará registrado en la memoria.

Al final del networking las profesoras fueron más conscientes, si cabe, de la trascendencia de su tarea educativa. De hecho, Elena les sugirió al inicio de la sesión un ejercicio que consistió en mirarse las manos y preguntarse por la cantidad de personas que pasan por estas a través de los años. Esta experta en inteligencia emocional terminó diciendo que “quien tienes delante siente y todo lo que hagas en el aula le puede generar un impacto emocional para toda su vida”.