Jesús García Sánchez-Colomer es alumni de Tajamar de la promoción AG’97. Su último proyecto, ‘Medjugorje. La película’, está en las salas de más de 65 cines de toda España y ha superado los 25.000 espectadores en su primera semana en la cartelera. Nos sentamos con él para conocer un poco más su proyecto.

¿Qué llevó profesionalmente a Jesús García a Bosnia y Herzegovina?

En el año 2006 trabajaba entonces en el grupo Intereconomía y, en una reunión de jefes, el presidente de la empresa comenta que ha oído que está pasando algo, que están yendo muchos peregrinos a la antigua Yugoslavia. A un sitio donde había milagros, donde se aparecía la Virgen o algo que había pasado.

Eso baja a los directores y el director que mandaba sobre mí me llama a su despacho y me dice: “¿Has oído hablar de unas apariciones en la antigua Yugoslavia?”. Le respondí que no me sonaba. Y me respondieron: “Queremos enviar a algún periodista allí que vea y nos cuente”.

Fui enviado para hacer un reportaje con un compañero que se llama Gonzalo (alumni de Retamar). Un poco incrédulos fuimos en una peregrinación organizada con mujeres mayores y pensaban en el aeropuerto que habíamos fracasado. No paraban de rezar en el viaje. Al llegar allí, vimos algo inexplicable. Es una experiencia de Dios.

¿Y qué te pasó personalmente allí?

Soy de una familia católica, Tajamar fue mi único colegio y a mí me pasó como a muchísima gente de mi generación que aunque te bautizas y haces la primera comunión, la vivencia de la fe se va diluyendo. En mi caso, se había diluido casi por completo. La práctica no había desaparecido del todo pero no tenía importancia. En Medjugorje sucede algo que resurge, renace la viveza de la fe. Una fe viva, actual, urgente. Vuelves diciendo “ay, lo que me estaba perdiendo”. Empiezo a ir a misa todos los días, a rezar el rosario todos los días, etc. Mucha gente se enfada y me dice que si para saber eso me tenía que haber ido a Bosnia. No es necesario pero, en mi caso, lo necesité.

Es una vivencia personal y empiezas a conocer a mucha gente que le ha pasado lo mismo en el mismo sitio cada uno con su particularidad. Empiezas a ver que en realidad es un fenómeno de la gracia. ¿Por qué? Dios sabrá. Es una gracia concreta en lo físico, es allí, y en lo temporal, es ahora.

En España hay más personas que se consideran ateas, agnósticas y no practicantes que creyentes practicantes, ¿qué les puede aportar el mensaje de Medgugorje a la sociedad española actual?
Redescubrir algo que está en el interior de las personas. No podemos renunciar a lo que somos: hijos de Dios. Lo hemos olvidado, hemos dejado de darle importancia o no hemos sido conscientes de ello. Entonces, con un acontecimiento de la gracia, eso se redescubre. Mucha gente usa la expresión: mi alma estaba dormida y despierta. Despierta a una realidad sobrenatural de la que no era consciente. Redescubrir parte de la esencia de uno mismo: somos hijos de Dios.

En el libro y el documental vemos a personas que vuelven a la fe, se vuelven a confesar, vuelven a tener una práctica ilusionante de la fe, alegre. En ocasiones, hasta “urgente”. Me gustaría perder el tiempo perdido.

Jesús García, director de ‘Medjugorje. La película’

¿Por qué Medjugorje es “el tráiler del cielo” como dice una de las entrevistadas?

Depende de la vivencia de cada uno. Por lo que viví allí en la primera semana del viaje, recuerdo que no quería volver a Madrid. Es el evangelio del Monte Tabor: “qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas y quedémonos aquí”.

En el fondo saboreé lo que a mí me puede esperar en Madrid si yo lo vivo en clave de Dios. ¿Por qué se da allí esa primera experiencia de la vida de la gracia? No lo sabemos. Lo cierto, es que se está dando.

El proyecto se plasmó en un libro primeramento. ¿Por qué dartle el formato de película?

Tiene que ver con mi vocación profesional. Dios pone anhelos y a mí me dijo que pusiese mis talentos para evangelizar. Me di cuenta que los libros están muy bien pero si quieres evangelizar en Japón tienes que aprender japonés. En el mundo de hoy el lenguaje más universal es el lenguaje audiovisual que es un lenguaje concreto con sus normas, términos y métodos. Hicimos un proceso de aprendizaje y a la gente le entra si está bien hecho.

Una vez entre un día de diario a una iglesia que estaba vacía y me dio mucha pena. Me pregunté a mí mismo dónde está la gente. Y me respondí a mí mismo: están detrás de una pantalla ya sea de cine, de tableta o de ordenador. Delante de las pantallas hay mucha gente y van a consumir los contenidos que haya. Si no ocupamos ese espacio, lo ocuparán otros.

¿Ha sido complejo realizar un rodaje en esta época marcada por la pandemia?

Igual de difícil que otros oficios. Para nosotros ha sido una oportunidad. Todo lo que sucede no es porque Dios se haya despistado, cuenta con ella. Tenemos que buscar la oportunidad. Nosotros hemos tenido la posibilidad de grabar en Medjugorje en lugares que estaban vacíos para nosotros que siempre solían estar atestados de gente. También hemos accedido a personas que solía ser difícil acceder. Ha habido dificultades en el viaje, controles, PCR, costos y tiempos extras pero veo que nos han preservado un espacio privilegiado para hacer un trabajo como éste.

La Última Cima, Hospitalarios, Corazón Ardiente, Fátima: el Último misterio… ¿Cuál es el secreto de la popularidad actual del formato de película-documental de temática religiosa?, ¿por qué surge esta oferta y demanda?

Hay mucha más demanda que oferta. A la gente le gusta y tiene esa inquietud. Igual que siempre hemos tirado de los libros espirituales, ahora la gente lo que necesita son formatos audiovisuales. La gente lee menos y, por lo tanto, leen menos espiritual, y van a las pantallas y en ellas si le das espiritual, religioso lo van a consumir.

Lo que sucede es que hay poca oferta. No hay mucha aceptación de esto. No sé si es porque las grandes productoras no creen en ello, no les gusta. Lo desconozco. Lo que está claro es que en cuanto se lanza un producto de calidad con esta temática, la gente responde y va al cine, lo comparte, lo recomienda, etc. Hay menos oferta que demanda.

También influye que hace 40 años durante la Transición se deja de hacer cine religioso porque la gente estaba hastiada como yo y se empiezan a hacer otras cosas que se ponen de moda. Ha pasado un tiempo como para que la gente descanse, se relaje y tenga una mentalidad abierta para ver un documental de un santo, una orden religiosa o unos milagros. Es el final de los complejos y los prejuicios.

¿Cómo está siendo la acogida del documental?

Está siendo brutal. Por un lado, están los números. La Productora me ha comunicado que estamos en 25.000 espectadores y que en la segunda semana ha habido un incremento de espectadores en comparación con la primera y eso no sucede nunca. Siempre la primera es la mejor y después va bajando.

Por otro lado, los mensajes de la gente. Personas que ven la película y deciden confesarse tras un montón de años, gente que sale y se compra un rosario, etc. Está siendo muy bonito ver que la gente sale con ilusión y este tipo de películas hace que se despierte en el hombre el sentimiento de pertenencia. Muchos creyentes se sienten mucho más solos de los que están. No somos tan pocos, lo que pasa es que no estamos conectados y no nos conocemos.

¿Cuánto tiempo hace que no visitabas Tajamar?

Cuando murió don Rodri vine a velarle pero antes de su muerte es fácil que llevase 20 años sin venir.

¿Qué se siente al volver por aquí tras 20 años?

Estoy muy emocionado de volver porque aquí lo pasé muy bien. Lo que pasa es que te vas del colegio y empiezas tu vida. Tienen que pasar años para aprender a valorar lo mucho que se te ha dado.

La buena educación, los detalles de ser gente respetuosa es algo que me he llevado de aquí. Me doy cuenta de que las cosas más importantes de la vida no son cosas, son las personas. Aquí nos trataban como a personas. Con el paso de los años te vas dando cuenta del frío que hace fuera de los sitios donde no se te ve como una persona. En mi caso ha tenido que pasar mucho tiempo para valorar esas cosas.

Tajamar tiene una particularidad y es que está en Vallecas. Esto imprime carácter. No es lo mismo un colegio como este en otro lugar que en este barrio. Yo no vivía en Vallecas pero todos mis amigos eran de allí. Tajamar te daba tres cosas que no te daban en otro sitio: la formación religiosa, la formación académica y el lugar tan humilde donde está. Esto me ha servido durante toda mi vida.

¿Algún profesor o experiencia que te marcaran tu paso por aquí?

El trato humano. Con don Rodri nunca me confesé ni hablé pero cuando estaba en EGB nos nombró a mí y a un amigo encargados de regar las flores de la Virgen que están puestas a la puerta del oratorio. Lo recuerdo y pienso que quizás el cariño a la Virgen viene de ahí. Durante esa época, don Rodri nos explicaba cosas de las flores, contaba con nosotros, estaba con nosotros.